RASPA AMAGADO

El Trapiche, Málaga

Obra seleccionada en los Premios de Arquitectura del CSCAE 2023

Centro hortofrutícola. Una edificación industrial nutrida de la arquitectura vernácula donde almacenar y distribuir los productos procedentes del campo.

Comarca de la Axarquía, tierra marcada por la ancestral huella de tantos y tan dedicados agricultores. La tradición agrícola, el paisaje rural y su arquitectura vernácula resuelven este proyecto desde la mirada al pasado y la admiración por una actividad que hoy en día sigue activa en la zona.

La arquitectura vernácula, donde las estructuras metálicas, la chapa, el plástico e incluso las formas como las cubiertas a dos aguas, son signos identitarios de construcciones profundamente arraigadas al campo y su industria. Este lenguaje arquitectónico, de fuerte carácter costumbrista, se manifiesta en el arte y la cultura local, y se transcribe en el proyecto en su lenguaje formal, pictórico y arquitectónico.

Las estrategias formales y los gestos de estas arquitecturas han sido reinterpretados en la distribución y uso del edificio. Con una superficie de 1125 m2, la construcción se divide en cuatro grandes espacios destinados al almacenamiento de productos y herramientas agrícolas, donde la materia prima es manejada y cuidada hasta su venta. La volumetría refleja las formas tradicionales y el perfil montañoso del paisaje circundante, resolviendo cuestiones funcionales como la evacuación del agua de las cubiertas y la organización de los espacios.

Ubicada en un entorno urbano aún por consolidar, la edificación representa un nuevo enfoque en la arquitectura industrial, explorando innovaciones en materiales, diseño y estética. La aplicación del policarbonato en la fachada reinterpreta el tratamiento de la luz en este tipo de construcciones, una cuestión a menudo olvidada. En su interior, el proyecto enfatiza la importancia de la luz natural, el color y la organización estructural.

El policarbonato, un material común en la agricultura (como en los invernaderos), permite la entrada de luz natural mientras mantiene el aislamiento respecto al exterior, reduciendo así el consumo de energía eléctrica. Además, la estructura de pórticos metálicos atornillados facilita un montaje rápido, minimizando emisiones y costes, y permitiendo su desmontaje y reutilización en el futuro, consolidando la edificación como un modelo sostenible.

El espacio interior es luminoso y fluido, con una disposición estratégica de pilares metálicos, estancias e instalaciones que evitan conflictos de circulación. Una gran sala principal, sin barreras arquitectónicas y al nivel de la acera, garantiza accesibilidad total, incluyendo cuartos húmedos diseñados según la normativa vigente. La nave cuenta con dos accesos: el principal y otro secundario en la zona del muelle de carga, con una pequeña escalera que facilita la evacuación en caso de incendio y permite el control y vigilancia del área.

Un gesto pictórico marca una zona interior de la nave, generando un punto de color y luz que aporta dinamismo al espacio. En la planta superior, un área diáfana y flexible queda disponible para futuros usos derivados del crecimiento de la actividad.

Una catedral de luz destinada a albergar la materia prima que procede de la tierra, un espacio de culto al campo.