Torre del Mar, febrero 2021.
A lo largo de los siglos y hasta la llegada del hormigón y acero en las estructuras, las edificaciones elevaban sus muros en piedra. Sobre ellos, descansaban vigas de madera que sustentaban las cubiertas o forjados intermedios.
Pues bien, en esta vivienda de finales del siglo XIX, encontramos una estructura ósea formada por vigas de madera de variada procedencia (eucalipto y pino, entre otros…). Estas costillas que sustentan la cubierta a dos aguas de la vivienda, se encuentran en un estado de deterioro medio. Al entrar en la vivienda apreciamos un ligero pandeo en la zona central de las mismas.
¿El motivo?; Tras analizar con detenimiento la casuística que se nos planteaba, desde FORarquitectura hemos llegado a la siguiente conclusión: Al tratarse de un «material vivo», este ha ido experimentando cambios y movimientos generados por la presencia de algunas filtraciones de agua en la cubierta. Dilataciones y contracciones por las variaciones de temperatura, pero el principal problema es la presencia de carcoma.
Por ello hablamos de estas vigas como seres con vida propia, pues al igual que un ser humano, ellas pueden sufrir enfermedades infecciosas entre los mismos de su especie. Al observar con detenimiento la estructura, nos percatamos de que en las zonas centrales y en los encuentros con los paramentos verticales, estaban muy afectadas e incluso podridas. Lo que estaba provocando el vencimiento de la estructura y con ella de la cubierta. Este efecto se reflejaba además en las grietas que aparecen en los rasillones del tejado. Por estas fisuras comenzaba a filtrarse el agua de la lluvia que hinchaba las barrigas de las vigas.
Uno de los mayores problemas que genera la presencia de carcoma en las estructuras de madera es que cuando está a punto de colapsar y provocarse con ella un desplome o derrumbamiento de la cubierta o forjado, no avisa. No ocurre como en las estructuras de hormigón y acero, donde éstas comienzan a alertar de lo que pudiera ocurrir en el momento que manifiestan grietas y fisuras en su piel. Pero en el caso de la carcoma en la madera es más peligroso. El coleóptero va comiéndose el material, creando numerosos poros en su estructura interna hasta que, sin previo aviso, se produce el colapso.
La Solución
En el caso de esta casita rural en la Vega del Río Vélez ( Vélez-Málaga), hemos optado por adelantarnos al futuro problema. Proyectamos una subestructura auxiliar que aguante la cubierta en caso de desplome por muerte de la estructura de madera.
Esta subestructura metálica estará compuesta de perfiles IPN 100 que se colocan bajo cada una de las costillas del tejado y se empotran a los muros de piedra en un extremo. En el punto más alto, no podemos empotrar estas, con lo que recurrimos a levantar unos pórticos interiores con unas zapatas de 60 x 60 cm. Estas «porterías de acero» se componen de perfiles IPN 160. En resumen en el extremo más bajo, las vigas metálicas colocadas bajo las de madera se empotran 15 cm en el muro de piedra, mientras que en el extremo más alto se sueldan al travesaño metálico del nuevo pórtico.
El último inconveniente que encontramos en su ejecución es el pandeo de las vigas de madera. Pues en el centro de las mismas, la flecha que presentan hace que la nueva subestructura sólo reciba una ínfima superficie de apoyo de la madera. Para ello hemos ido apuntalando viga a viga y cepillando estas barrigas, consiguiendo una superficie de apoyo mayor. En los extremos hemos introducido unos calzos para conseguir aún más apoyo y por tanto un trabajo de la subestructura proyectada más solidario.
Más imágenes del avance de las obras y el proyecto en el perfil de instagram y facebook de FORarq.
Y porque no poner una nueva cobertura a la casa?